Boris Johnson salió entre los vítores de los parlamentarios leales, su personal y su esposa, pero cualquier señal de apoyo de los aliados dispuestos a su alrededor para su discurso de dimisión quedó pronto ahogada por los fuertes abucheos que se produjeron a las puertas de su despacho de Downing Street.

Después que comenzó a hablar, el manifestante Steve Bray subió el volumen de su equipo de sonido para que empezara a sonar “Bye Bye Boris” al ritmo de “Bye Bye Baby” de The Bay City Rollers.

Otros manifestantes abuchearon y se mofaron, dificultando que los congregados frente a la puerta negra del número 10 de Downing Street escucharan las palabras de Johnson.

Los contrastes entre las recepciones fueron un ejemplo de la división causada por Johnson como primer ministro, que comenzó con el mayor porcentaje de votos conservadores desde 1979, pero que se vio envuelto en escándalos.

Tanto en su partido como en la calle, el creciente clamor para que dimitiera eclipsó los ánimos de quienes se mantuvieron a su lado hasta el final y fue demasiado ruidoso para que él lo ignorara. Su discurso, sin embargo, no ofreció ninguna disculpa o contrición.

“He intentado convencer a mis colegas de que sería excéntrico cambiar de Gobierno cuando estamos cumpliendo tanto y cuando tenemos un mandato tan amplio”, dijo Johnson. “Lamento no haber tenido éxito en esos argumentos y, por supuesto, es doloroso no poder ver yo mismo tantas ideas y proyectos”.

Johnson mostró poca emoción al hablar y en su lugar destacó los éxitos en una serie de temas que suele citar, como la ejecución del Brexit y la campaña de vacunación contra el COVID-19.

No se disculpó por los escándalos que acabaron con su mandato, desde las revelaciones de fiestas con alcohol en su despacho durante los confinamientos por el COVID-19 hasta la gestión de las denuncias de abusos sexuales en el partido.

Para los miembros del parlamento descontentos de su propio partido, ya enfadados por su intención de permanecer en el cargo hasta que se elija un sucesor en lugar de cederlo rápidamente a un interino, la falta de arrepentimiento echó más leña al fuego.

“Fue un discurso de dimisión corto y extraño, en el que no se mencionó ni una sola vez la palabra dimisión o renuncia. No hubo disculpas, ni arrepentimiento”, dijo a Reuters Andrew Bridgen, legislador conservador y crítico de Johnson. “No hubo ninguna disculpa por la crisis a la que sus acciones han sometido a nuestro Gobierno, a nuestra democracia”.

Mientras que muchos han citado la falta de integridad y honestidad de Johnson como una razón clave para volverse en su contra, él dio una explicación diferente de por qué muchos de sus propios miembros del parlamento —incluyendo más de 50 miembros de su Gobierno— se rebelaron.

“Como hemos visto, el instinto de rebaño de Westminster es poderoso; cuando el rebaño se mueve, se mueve”, dijo Johnson. “Amigos míos, en política nadie es ni remotamente imprescindible”.

Con información de Reuters.

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