Sudáfrica asumía el jueves el costo de los incendios provocados y los saqueos que han destruido cientos de negocios y han dejado al menos a 117 muertos, mientras el clima de violencia comenzaba a disminuir luego de que el gobierno duplicó su despliegue de tropas a 10.000 efectivos.

No obstante, persisten algunos focos de malestar, sobre todo en la ciudad portuaria de Durban, donde fueron saqueadas algunas tiendas y estallaron tensiones raciales.

En la principal ciudad comercial, Johannesburgo, los comerciantes y otros residentes sacaban escombros, limpiaban la basura y evaluaban los daños en lo que quedaba de sus negocios.

Los disturbios comenzaron como respuesta al encarcelamiento del expresidente Jacob Zuma por su incomparecencia en una investigación por corrupción. Pero rápidamente degeneraron en saqueos y destrucción, alentados por la indignación generalizada ante la penuria y la desigualdad que casi tres décadas de democracia, desde el fin del apartheid, no han logrado resolver.

La mitad de la población vive por debajo del umbral de la pobreza, según las últimas cifras del gobierno de 2015, y el creciente desempleo desde que comenzó la pandemia del coronavirus ha dejado a muchos desesperados.

Con información de Proceso.

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